sábado, 19 de diciembre de 2009

¡Vaya semana!

Por si no fuera suficiente la falta de seguridad crónica en Huitzilac ahora el gobierno federal da una exhibición de músculo mediático y mete al estado en la crisis pública más grave desde 1997.
No dudo que Arturo Beltrán Leyva haya sido un criminal y que era necesario neutralizarlo para el bien de nuestra sociedad, sin embargo lo que hicieron, más bien, cómo lo hicieron, resulta completamente contraproducente.
Los acontecimientos de Los Limoneros y del malhadado Altitude han causado una profunda herida en la sociedad.El espectaculo fue degradante, no solo en cuestión de derechos humanos, sino en su efecto en el tejido social. Donde quiera que he ido en estos últimos días encuentro expresiones de consternación: los papás no quieren que salgan sus hijos de noche, los restaurantes vacíos, los hoteles están comenzando a recibir cancelaciones. En breve, lo que se percibe es miedo de que Cuernavaca se convierta en algo como Ciudad Juárez o Culiacán.
Desgraciadamente es miedo, no paranoia. Se sabe perfectamente que cuando cae un líder que controla una plaza hay reacomodos, ya sea dentro del grupo o entre grupos. Es precisamente éste último caso el que genera más violencia pues matar al cabecilla no desmantela la red o redes de la organización y la instalación de un nuevo grupo se gana a fuego y sangre.
Yo no me siento más protegido de que anden rondando mi colonia las tanquetas, o de que en las esquinas estén militares armados revisando los carros, de hecho me causa más preocupación.
Las instituciones federales están revisando la nómina de la policía, pero seamos honestos, los de a pie no toman decisiones, solamente adoptan la posición de sus superiores y esos a su vez la de los suyos. Mucho se ha dicho en los medios sobre la posible responsabilidad del gobernador, sin embargo lo que yo no me puedo creer, es que el presidente municipal de cuernavaca sea del todo inocente.
Por lo pronto, esta noche no sabemos quien cuida nuestro municipio. No sabemos si tenemos policia municipal o no; si la metropolitana patrulla o no; es más, no sabemos si alguien acudirá a auxiliarnos en caso de una emergencia.
A diferencia de los grandes criminales que tienen dos esferas de protección, la terrenal y la divina, a nosotros no nos queda más que encomendarnos a nuestro ángel de la guarda.

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